Fue entonces cuando los ladrones decidieron dejar para siempre sus burdos métodos para acceder a las casas vacías durante la Navidad, forzando las modernas y seguras puertas o por los helados y peligrosos tejados. Y miraron con gran gozo su futuro ante ellos. Una nueva oleada de crímenes, por cortesía de la urbanización de San Isidro, y su innovador diseño "escalera hasta mi ventana".
¡Dios bendiga a los arquitectos!
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