Lo tuvisteis tan cerca, y no caísteis en la cuenta de que el perfume del romance os rodeaba entre todas esas cajas y perchas..
Sus manos se enredan entre la elegancia y el disimulo, esperando a que todos los clientes abandonen el local para dar rienda suelta a esa pasión homoplásticosexual entre hosteleros descabezados. Si Hiroyoshi Ishida levantara la cabeza.. uy perdón.
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